Matar una mujer en Vallarta.

Columna por César Langarica Santana. Nadie puede imaginar la incertidumbre de no ver llegar a su esposa, a su madre o su hija, que conforme pasen las horas el temor congele la sangre, que salgas a buscar por las calles y tengas que vivir el identificar un cuerpo mancillado, no le basto al criminal con lastimarla, tenía que matarla y de fea manera, hacerla sufrir una muerte lenta y agonizante, pero lo que más duele en el alma es saber que andan por las calles, sin el castigo que merecen y con la libertad de volver a matar. Por eso en Vallarta se ha incrementado la sensación de inseguridad, hay que decir que esas mentes criminales no son culpa de la autoridad, son origen de una sociedad que las ha creado, que su fermento es la violencia que hemos permitido y que incluso hemos fomentado, hemos comenzado a justificar al criminal, le damos espacio como si lo mereciera, criticamos a la mujer asesinada y violado por como vestía, por donde se divertía o con quien salía, hemos pasado de castigar al criminal a un rechazo social a la víctima. Hoy estamos viviendo un sistema judicial que deja libres a los delincuentes, que entran y salen por la cárcel de un día a otro, criticamos a la autoridad por dejarlos libres, pero esos mismos críticos lanzan improperios contra la mujer cuando una mujer es violada y asesinada por el vestido que usaba ese día, por el bar donde salió y a la hora que lo hizo. Los asesinos un día salieron a la calle probando con animales, como su sed aumentaba lo intentaron con alguien cercano, de ahí siguieron, el asesino no se detiene por como viste, o donde anda, el busca la oportunidad, lo hace por instinto, así que bien haríamos en orientar nuestra brújula, es a las víctimas a quien debemos defender, alguien día podríamos ser nosotros y ese futuro según van aumentando las cifras podría ser muy pronto. Nos queda apoyar a la autoridad en su trabajo, que las denuncias no falten, que la presión social empuje del lado correcto, que se busque detener al culpable y defender a las víctimas, o comenzamos a defendernos nosotros y caminar juntos o cada día en este municipio seguirán apareciendo cuerpos de hermanas, madres, hijas y pronto también de hermanos, padres e hijos y cada vez más asesinos libres y gente justificando a los asesinos, hasta que se conviertan en víctimas de su propia idiosincrasia. Hasta hoy la cantidad de mujeres asesinadas en Puerto Vallarta ha sido realmente impresionante, aún así no ha bastado para una acción drástica para detener esas cifras, ni siquiera hemos sido capaces de detener a los culpables, a las familias no les queda ni siquiera el consuelo de la justicia y a nosotros el temor de que esos asesinos andan por las calles buscando a su próxima víctima, y podemos ser cualquiera de nosotros."